TOM HOLLAND: DEL BULLYING POR BAILAR, AL ACOSO EN REDES, LA LUCHA DE UN HÉROE REAL

Tom Holland tenía solo 12 años cuando la burla se hizo su sombra constante. Si bien había sido un niño feliz con inclinación al baile, sus pasos de hip-hop lo llevaron a un escenario mayor al ser descubierto por un coreógrafo del musical “Billy Elliot”. Y allí, en el centro de un teatro londinense, interpretó a un niño que rompe esquemas para convertirse en bailarín de ballet. Pero en el colegio, la historia real era diferente. Holland enfrentaba a un enemigo más oscuro que cualquier supervillano: el bullying.

”Hubo momentos en que me acosaban por bailar y cosas así”, recordaría años después en una entrevista con People. Pero había algo claro en su tono, la determinación que, desde niño, había transformado los golpes verbales en combustible para su pasión. “No podrías golpearme lo suficientemente fuerte como para hacer que dejara de hacerlo”, prosiguió.

Esa actitud lo sostuvo, una y otra vez. Su físico delgado, su altura, y sobre todo su amor por el baile lo convertían en el blanco perfecto de sus compañeros de la secundaria Donhead, quienes se burlaban sin descanso. Holland navegaba su propia tormenta de inseguridades: “No soy musculoso ahora, pero en ese entonces era muy flaco. Todo el mundo pasó por la pubertad cuando estábamos en el colegio y yo siento como si me hubiera llegado el año pasado”, recordó en una entrevista con People. No había respiro en los vestuarios, las duchas eran territorio hostil. Pero nada de eso lo frenó.

La vida parecía imitar el arte: así como el personaje Billy Elliot enfrentaba el rechazo de quienes no entendían su pasión, Tom lidió con una cadena de acosos que trataban de detenerlo. ¿El resultado? Un chico que decidió ser dueño de su destino, como su personaje. Años después, cuando interpretó al hombre araña, reconocería esa similitud con Peter Parker. Ambos sabían que no eran los chicos “cool” del colegio. Ambos encontraron un grupo de amigos, y simplemente siguieron adelante. Tom, con su sonrisa amable y esa energía que parece no agotarse, encontró refugio en quienes lo apoyaban. Un grupo pequeño, pero sólido.

La historia de bullying de Holland, lejos de amargarlo, lo moldeó. Era 2015 y más de mil quinientos actores competían por el papel de Spider-Man. Para entonces, el baile y la gimnasia se habían convertido en sus armas secretas, esas que le dieron la agilidad y la confianza para interpretar al icónico personaje. Cada pirueta y salto eran respuestas contundentes a todos aquellos que alguna vez se rieron de él. Marvel lo eligió por esas habilidades que, años atrás, le habían costado tantas risas malintencionadas.

El contraste era evidente. Los mismos movimientos que lo habían convertido en blanco de burlas ahora lo impulsaban hacia la cima. Su debut como el superhéroe adolescente fue en “Captain America: Civil War”. Con sus habilidades gimnásticas y de baile, se movía con la agilidad que requería el papel. Tom lo sabía; los que se burlaban de su pasión, ahora debían verlo volar de edificio en edificio, salvar al mundo con su tela de araña. Pero la vida no es tan simple como una victoria absoluta. Holland nunca mostró resentimiento. Aceptó su historia como una pieza fundamental de lo que hoy es su carrera.

De las burlas escolares al acoso virtual: Tom Holland y su lucha por encontrar paz

Tom Holland sabía de golpes, insultos y burlas desde su infancia. Pero nadie lo preparó para el veneno de las redes sociales. Las luces de la fama tienen su costo, y el británico de 26 años, a pesar de ser un superhéroe en pantalla, enfrentaba ataques que lo superaban. Decidió desconectarse de Instagram y Twitter, donde lo seguían más de 67 millones de personas. “Es abrumador”, admitió en su última publicación antes de desaparecer de esos espacios virtuales, debido a las reiteradas criticas que sufría en esas redes.

Se notaba que algo lo había llevado al límite. Como si las palabras fueran dardos afilados, Tom describió cómo leer información sobre sí mismo lo sumía en una espiral de ansiedad. Comentarios hirientes, juicios rápidos, críticas despiadadas a su físico, sus actuaciones, sus decisiones. Aquel chico que había sido acosado en el colegio por bailar, ahora era acorralado de nuevo, pero esta vez a la vista de millones de usuarios. La toxicidad de las redes lo alcanzaba y él, simplemente, decidió poner un alto.

Lo que más pesaba no eran los comentarios sino el modo en que las redes amplificaban las críticas hasta hacerlas insoportables. Cada foto publicada, cada palabra pronunciada era diseccionada, convertida en meme, transformada en motivo de burla. Holland decidió entonces protegerse y proteger su mente. Cerró las puertas digitales que lo conectaban con su público, para cuidar algo más importante: su equilibrio emocional.

La otra decisión que tomó fue la de utilizar su experiencia personal para alentar a los jóvenes a superar el bullying y recordarles cómo el padecimiento que acarrea puede afectar la salud mental.

Fuente: Infobae

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